Sólo una mirada

Pediré un deseo,
bajo la noche estrellada,
es muy simple;
sólo pido tu mirada.

Por que sé muy bien,
que éste,
es un amor prohibido,
por lo que no pediré
ni tu amor ni tu cariño.

Al día siguiente
el sol penetró mis cortinas,
y me toco la cara,
estaba entusiasmada:
esperaba tu mirada.

Al ver que no llegabas,
mi corazón se marchitaba,
mi esperanza se desmoronaba
y unas lágrimas brotaban.

Pasaron los días y las noches,
y yo aún te esperaba:
sólo una mirada,
no pedía nada.

Te habías ido,
yo al fin me enteraba,
mi deseo no se había cumplido,
¿Pero qué esperaba?

El tiempo pasó,
y mi amor hacia tí
no cambio.

Ahora lo entiendo:
debí haberte dicho
que con sólo una mirada
me dejas sin aliento.